Cambio de clima

La primavera en el norte

A fin de Marzo me encontré en una cabaña del bosque, en el norte de los montañas Adirondack de Nueva Inglaterra, en Los Estados Unidos, cerca de la frontera con Quebec, Canadá. La cabaña esta aislada en un bosque de pinos, al lado de un pequeño lago.

A fin de Marzo el bosque estaba helado, con nieve en el suelo y hielo en el lago. Había un silencio profundo. A veces el viento suspira en lo alto de los pinos. A veces un cuervo graznaba, uno de los pocos animales, al lado mío, que seguía animado en el bosque dormido.

En el mes de Mayo comenzó a haber un poco más de vida. Unas ardillas salieron de sus nidos en los arboles, buscando un poco de desayuno después de su hibernación. Volvieran a sus nidos para dormir un poco mas, calentitas en la cama. Los petirrojos vienen del sur como los primeros pájaros que llegan. El lago que se había desmoronado se convirtió en anfitrión de algunas gavias, cuyas canciones espeluznantes suenan en la noche.

Justo a fin del Mayo habo un explosión de vida. En solo una semana los arboles desidiosos, la mayoría de género betuna, y los arbustos ponen brotes que crecen hacía nuevas hojas. Los pinos crecen nuevos dedos en el chicote de sus brazos. Las plantas emergen del suelo y crecen unos centímetros por día. Las ardillas y las ardillas rayadas corren alrededor entre el suelo y los arboles. Una cacofonía de llamadas de pájaros suena en el bosque desde el amanecer hasta el atardecer. Los insectos van y vienen de aquí para allá— arañas, bichos, hormigas, mosquitos, moscas de varios tipos. Las abejas investigan las primeras flores, flores azules de la vincapervinca.

Para mí fue como una explosión de la vida, casi por un día y una noche. La cantidad y variedad de vida vino junto como un gran despertar de una única vida, la naturaleza. La naturaleza me parece un gran organismo que abre sus ojos, suspira, y se levanta después de una siesta corta, un organismo que esta alrededor mío.

Pienso en nuestra relación con la naturaleza, como una cosa aparte, que ponemos afuera para regular el clima adentro. Prestamos atención al frío, al calor, a la lluvia, a las nubes, y al sol. A veces visitamos a los arboles en los parques o al mar en la Rambla. A veces notamos un pájaro, unas palomas, una ardilla, y unos peces. Vivimos con los perros. Generalmente, nosotros pensamos en la naturaleza por sus recursos: sol, agua, leña, petróleo, alimentos, aire fresco.

Viviendo acá en el bosque siento la naturaleza como algo más, como algo grande, imponente, y poderoso. Es una vida sistemática, un cuerpo con circulación, músculos, pulmones, nervios y sentidos, y todavía más, un sistema inmunológico.

Me di cuenta que, con nuestro impacto sobre el clima, no vamos a destruir el mundo. El mundo va a seguir viviendo. Solo vamos a destruir el mundo para nosotros mismos. La vida que es la naturaleza va a sobrevivir, pero será mucho menos agradable para los seres humanos.

La naturaleza puede luchar contra cualquier amenaza y adaptarse. Ya hemos visto las tormentas más violentas, las oleadas, las sequías, los trémulos, las tsunamis, las infestaciones de insectos como la plaga de las langostas en India, y un virus que nos puso indefensos, y nos escondimos en nuestras casas.

La naturaleza siempre será más grande de lo que somos.

Así es como me siento en esta primavera del norte, adentro de la belleza que es la naturaleza.